Me he venido hasta aquí (...) para hablar sólo un poco, muy poco, con algún transeunte y preguntarle una dirección. En esta ciudad, donde la respuesta es siempre la misma: "Destra, sinistra, sinistra, destra, destra, sinistra e altra volta sinistra".

Antonio Gala: Los papeles de agua.

martes, 9 de noviembre de 2010

Venecia: origenes de una leyenda.

La zona costera donde se sitúa Venecia era desde sus orígenes un terreno pantanoso favorable para la pesca, en el que emergían pequeños islotes poblados de juncos. 
 La laguna, de forma semicircular, sirvió de refugio de navegantes.

En época romana, la zona constituía una importante provincia del Imperio, Venetia. 
Los vénetos tuvieron que enfrentarse a las frecuentes incursiones e invasiones de los pueblos germanos. Cada vez que tenía lugar uno de estos ataques se refugiaban en las islas de la laguna, para volver a tierra firme, a sus pueblos, una vez que pasaba el peligro.

La mítica fundación de Venecia data del año 421.  Lo que es seguro es que a mediados del siglo V se produjeron los primeros asentamientos estables en las islas como consecuencia del avance de los hunos de Atila.  Serían estos asentamientos pueblos de pescadores cuyas viviendas estarían construidas sobre troncos de árboles: viviendas palafíticas o palafitos. Instalaban estas viviendas en terrenos de la laguna con aguas poco profundas, y se desplazaban entre ellas y recorrían la laguna en embarcaciones de fondo plano.

El proceso continuó en siglos posteriores como consecuencia de las invasiones de los ostrogodos y sobre todo de los Longobardos, pueblos procedentes del norte de Europa. Estos últimos son  también conocidos como Lombardos.

Un pueblo de barqueros y pescadores se vio obligado a prodigarse en arquitectura e ingeniería para sanear y construir sobre agua salada.

A favor de la ciudad estaba su posición privilegiada, a caballo entre oriente y occidente, y la protección del Imperio Bizantino.

Las poblaciones de la laguna dependían de Rávena, capital y representación de Bizancio en Italia desde la caída del Imperio romano de occidente en el año 476, y contaban con la protección bizantina.  Desde finales del siglo VII los venecianos fueron administrados por un magistrado elegído entre la población local, el Dux, denominado Dogo en dialecto veneciano.

Hacia mediados del siglo VIII la figura del Dogo  se va haciendo progresivamente autónoma de Bizancio, pasando a ser un soberano casi absoluto, apoyado por una Asamblea representativa del pueblo veneciano. Las familias más destacadas comenzaron una serie de enfrentamientos,  de luchas por el poder.

Hasta el siglo X la ciudad no recibió el nombre de Venecia, pero desde el siglo anterior dominaba todos lo enclaves de la laguna. Fue una etapa próspera para la ya constituida en  República de Venecia, adoptando el título de Serenísima.  Se expandió por el Adriático y Dalmacia  y se convirtió en punto de encuentro entre los mundos bizantino, germano y eslavo.

En el año 829 los restos de San Marcos fueron traídos a Venecia desde Egipto.  El evangelista se convirtió en patrón de la ciudad y el león alado en su símbolo.

El comercio se convirtió en la base del proceso de expansión y crecimiento veneciano. La ciudad importaba sedas, productos exóticos y especias, productos que en un principio intercambiaban por sal. Con el tiempo abastecieron de productos orientales a todo el occidente europeo, y exportaban esclavos, maderas y mineral de hierro.

En el siglo IX Venecia poseía ya su propia flota tenía asegurados, mediante tratados, mercados y rutas comerciales.  Venecia  era indiscutiblemente una potencia marítima de primer orden, más aún tras la construcción del Arsenal en 1104, astillero donde se construían en serie las galeras venecianas, pudiendo construir un barco diario mediante el empleo de la producción en cadena.

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