Me he venido hasta aquí (...) para hablar sólo un poco, muy poco, con algún transeunte y preguntarle una dirección. En esta ciudad, donde la respuesta es siempre la misma: "Destra, sinistra, sinistra, destra, destra, sinistra e altra volta sinistra".

Antonio Gala: Los papeles de agua.

lunes, 20 de febrero de 2012

África: características geográficas.

         África limita al norte con el Mar Mediterráneo y más allá con el continente Euroasiático. El estrecho de Gibraltar  la separa de la Península Ibérica.
          En  el sur se encuentra la confluencia de los océanos Atlántico e Índico, y al este el Océano Índico y el Mar Rojo.  Al oeste está el océano Atlántico, que la separa de América.















-        El Medio Físico

·        Relieve.

               En África predominan los relieves en forma de meseta, alternando con grandes depresiones interiores, por las que circulan los principales ríos (Congo, Níger).    Las llanuras tienen poco desarrollo y suelen ser costeras. 

               En el relieve se distinguen tres grandes unidades:

-         La Gran Meseta Africana. Ocupa gran parte del continente: se extiende desde el sur de África hasta el Mar Rojo, y tiene escasa altitud.  En su zona occidental hay áreas hundidas, llamadas cubetas, surcadas por los ríos Congo y Níger, entre otros.
-         Las Llanuras. Forman una estrecha banda costera, que sólo se ensancha en algunos puntos. Destacan las de Somalia, Senegambia, Mozambique y Libia.
-         Los Sistemas montañosos Surgen por los levantamientos de la Era Terciaria. Las grandes cordilleras se sitúan en los extremos del continente:  los montes Atlas en el noroeste y los montes Drakensberg en el sur.  En el interior destacan los Macizos de Ahagar y Tibesti.


               En África se encuentran algunos de los ríos más caudalosos del mundo.
Los ríos de la vertiente atlántica, como el Congo y el Níger, son ríos largos y de caudal abundante.
Los ríos de la vertiente mediterránea tienen un curso estrecho y corto, salvo el Nilo, el río más largo de la Tierra.
Los ríos de la vertiente índica son más cortos que los del Atlántico; sobresalen los ríos Limpopo y Zambeze.
                 En las zonas de lluvias abundantes el agua se acumula en los terrenos hundidos y da lugar a lagos Entre los grandes lagos destacan el Tanganica, Victoria, Rodolfo y Alberto.

Entre las islas cercanas al continente destaca la de Madagascar, de gran extensión, separada de África por el Canal de Mozambique, y las Islas Canarias, que son españolas.


·        Clima

                En África los climas y los paisajes se distribuyen de forma simétrica al norte y al sur del Ecuador.
                 África es el continente más representativo de los dominios cálidos.  En la mayor parte de su territorio el mes más frío no baja de los 15º de media.  Las tres cuartas partes del continente africano se sitúan entre los trópicos, por eso tienen climas cálidos.  Las temperaturas son siempre elevadas. Por el contrario, las precipitaciones disminuyen del Ecuador hacia los trópicos.  Eso explica la sucesión de los climas Ecuatorial, tropical y desértico.

El clima ecuatorial se caracteriza por temperaturas siempre muy cálidas, y precipitaciones constantes y muy abundantes, superiores a los 2000 mm. anuales.
El clima tropical tiene temperaturas siempre muy cálidas y precipitaciones abundantes. Las precipitaciones se concentran en una época, la denominada estación húmeda.
El clima desértico presenta temperaturas muy cálidas y precipitaciones escasas, inferiores a los 250 mm. anuales.

               

             Los extremos del continente tienen climas templados.  El norte posee un clima mediterráneo, de inviernos suaves   y veranos cálidos y secos, con una vegetación de matorrales y bosques de encinas y pinos.         En el sur predominan las formaciones herbáceas.



-         LOS PAISAJES.

            Los paisajes varían con el clima, desde la selva, a la sabana y al desierto.

El paisaje que corresponde al clima ecuatorial es la selva virgen, un bosque denso, siempre verde y sin cambios estacionales. Se caracteriza por una gran diversidad de especies vegetales y animales.  La vegetación se escalona en pisos.  Los árboles más altos rebasan a veces los 60 metros de altura e impiden que la luz alcance a los árboles y plantas de menor altura.

La zona ecuatorial está poco habitada.  Debido al calor y a la humedad, las enfermedades son frecuentes. 
        En las zonas interiores existen grandes espacios prácticamente deshabitados.  Perviven algunos pueblos primitivos como los pigmeos en África Central.  Estos grupos siguen dedicándose a la caza y la recolección, fundamentalmente.
La población se concentra en las costas y en las zonas amesetadas y de montaña, donde el clima es más fresco, la vegetación menos densa y el suelo más fértil.

La mayoría de los habitantes se dedica a la agricultura, practicando la agricultura de rozas (se tala  y quema una zona de selva para enriquecer el suelo con las cenizas. La tierra se utiliza un par de años y luego se abandona y se quema otra).  También en zonas como el Golfo de Guinea se practica la agricultura de Plantación. (Grandes explotaciones donde se realiza un solo cultivo, se cultiva un solo producto).

Para la presencia del ser humano, la selva es un medio insalubre, por ser una zona excesivamente cálida y húmeda.
La actividad humana,  bien sea la tala para el aprovechamiento de árboles de maderas útiles, o la roturación para  transformar las tierras en campos de cultivo, provoca el retroceso de las áreas de bosques. Este fenómeno se denomina deforestación.
La deforestación significa la extinción de muchas especies vegetales y animales, (pérdida de biodiversidad), e intensifica el cambio climático de la Tierra.
Los suelos de la selva son pobres, y a la larga se tornan improductivos. La pérdida de la cobertura vegetal facilita la erosión del suelo y dificulta la absorción del agua de lluvia.  Con el paso del tiempo las tierras se convierten en desiertos.
       
        El África tropical es el dominio más extenso de África. Se caracteriza por temperaturas siempre muy cálidas,  y precipitaciones abundantes, entre 500 y 2000 mm. anuales. Las lluvias se concentran en determinado periodo del año, la estación húmeda.  A medida que aumenta la latitud, más larga es la estación seca.
           El paisaje va transformándose a medida que nos alejamos del ecuador, pues se reciben menos precipitaciones. En principio se mantiene la selva, pero con menor variedad de especies arbóreas,  de hoja caduca. Luego vienen los dominios de la sabana, allá donde la estación seca impide el crecimiento del bosque.

        La sabana es una vasta extensión de hierbas que pueden alcanzar varios metros de altura y que cambian de color según la estación, verde en la estación húmeda y amarillo en la estación seca.  Suele estar salpicada de arbustos y árboles de hoja caduca.

         La mayor parte de la población de la sabana vive en el campo, aunque es progresivo el aumento de la población urbana.  Mezcla poblados tradicionales con las capitales, generalmente estas en la costa.

           La población rural puede ser nómada o sedentaria. Las tribus nómadas son pueblos de pastores.  La población sedentaria son campesinos.

           El incremento de la población hace necesario aumentar la superficie cultivada, lo que provoca la desertización de la sabana.

                    El desierto se extiende por el Sahara, al norte, y por el suroeste de África (Kalahari y Namibia). Las temperaturas son elevadas pero con enormes diferencias entre el día y la noche.  En el Sahara argelino llegan a alcanzarse los 53 grados de máxima.  Las lluvias son inferiores a los 250 mm. al año.  Generalmente se concentran en un par de meses al año.
                    Los ríos permanecen secos y solo llevan agua cuando llueve.

             Debido a la falta de lluvias y a los bruscos cambios de temperatura, la vegetación de los desiertos es sumamente pobre, limitándose a los oasis.   Sólo existen plantas adaptadas a la sequía, como los cactos.
Los paisajes son de tres tipos.  Los desiertos de arena, donde predominan las dunas de hasta 300 metros de altura.   Los desiertos pedregosos, con grandes extensiones llanas cubiertas de piedras.  Y los desiertos rocosos, donde destacan grandes superficies de rocas desnudas, aisladas o formando farallones.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Paisajes agrarios españoles: tipos y características


                                                                                                                                                                               Haz clik sobre la imagen para verla ampliada y con más claridad.

domingo, 12 de febrero de 2012

Maravillas del Mundo Actual: mis siete alternativas.

SANTIAGO DE COMPOSTELA.



































CAPILLA SIXTINA



EMPIRE STATE




















PLAZA DE SAN MARCOS



ACRÓPOLIS DE ATENAS.



MONT SAINT MICHEL


















TORRE EIFFEL


Origen del nombre de Hispania.


Gran parte del conflicto entre cartagineses (fenicios) y romanos tuvo como escenario las tierras de Iberia, la Península. El conflicto se manifestó en lo que se llamaron guerras púnicas y que terminaron con el triunfo de Roma.

 Entonces los romanos tomaron contacto con Iberia, pero para denominarla eligieron el nombre que ellos oían a los cartagineses, Ispania, al cual más tarde añadieron una H, como también añadieron una H a Hiberia.



Además de la H utilizaron el plural, Hispanias, como utilizaron el plural en las Galias. Fue la primera provincia donde los romanos entraron y la última acabada de dominar por Augusto.
Comúnmente se admite que España viene del latino Hispania y que este nombre se impuso entre los romanos después de un periodo dubitativo entre el "Hispania", de raíz supuestamente fenicia, y el "Iberia" de los griegos. 


Las etimologías más aceptadas actualmente prefieren suponer un origen fenicio de la misma. En 1674, el francés Samuel Bochart, basándose en un texto de Cátulo donde llama a España cuniculosa ('conejera'), propuso que ahí podría estar el origen de la palabra "España". De esa forma, dedujo que en hebreo (lengua semítica, emparentada con el fenicio) la palabra sf(a) n podría significar «conejo», ya que el término fenicio I-shphanim literalmente significa: 'de damanes' (shphanim es la forma plural de shaphán, 'damán', Hyrax syriacus), que fue cómo los fenicios decidieron, a falta de un vocablo mejor, denominar al conejo Oryctolagus cuniculus, animal poco conocido por ellos y que abundaba en extremo en la península.
Otra versión de esta misma etimología sería Hi-shphanim, 'Isla de conejos' (o, de nuevo literalmente, damanes). Esta segunda explicación se hace necesaria porque en latín clásico la H se pronunciaba aspirada, haciendo imposible derivarla de la S sorda inicial (Leyes de Grimm y Verner).






Sin embargo, un historiador y hebraísta, Cándido Maria Trigueros, leyó allá por 1767, una pormenorizada disertación en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, con el nombre de "Memoria sobre el nombre de España y el nombre funículos" preguntándose después de citar al menos a trece historiadores antiguos y con textos en cinco alfabetos diferentes, el latín, castellano, celtibero, griego, hebreo y siríaco, como era posible que ninguno de ellos reflejara o supiera que Span significara en las lengua orientales conejo, resumiendo que ni unos ni otros relacionaron el animal con la tierra en que se criaba, porque esta voz oriental no era el nombre de ningún animal, aparte de que mal podían los fenicios tener en su idioma el nombre de un animal que no conocían. 



La explicación etimológica de Trigueros, se basa en que, como el alfabeto fenicio-hebreo carece de vocales se pueden hacer múltiples combinaciones, tanto en Caldeo como en hebreo bíblico la palabra sphan significa "el aquilon" o " Tierra del norte" y el motivo es significativo en la definición ya que los primeros en desembarcar en nuestras costas y ponerle el nombre, eran gentes que venían del sur o mejor dicho, el nombre de Span fue impuesto por estar al septentrión de las tierras que venían los primeros que nos pusieron el nombre.



 
La teoría más reciente proviene de Jesús Luis Cunchillos y José Ángel Zamora, expertos en filología semita del CSIC, quienes tras analizar todas las hipótesis y realizar un estudio filológico comparativo entre varias lenguas semitas, han llegado a la conclusión de que la hipótesis más probable sería I-span-ya, "isla/costa de los forjadores o forjas (de metales)", o sea, "isla/costa donde se baten o forjan metales", hecho que además estaría soportado por la intensa actividad minera y metalúrgica que existía en las costas de Andalucía, o reino de Tartessos, en los tiempos de la llegada de los fenicios, quienes entre otras razones establecieron sus colonias en estas tierras precisamente atraídos por su gran riqueza minera, célebre en toda la antigüedad.
Otra posibilidad respecto de la raíz fenicia Span es su significado de "oculto", que indicaría que tomaban a Hispania como un país escondido y remoto.

El mundo griego denominó a la península "Iberia". Hiberia, para los griegos del siglo IX y VIII a. de c. era la región de Huelva, y el río Hiberus se identificaba con uno de los ríos onubenses. Eso es lo que se deduce la Ora Marítima de Avieno, que dice beber en fuentes antiquísimas griegas, y del Pseudo-Escimno de Chio, fechado en el siglo V a. de C.

Otros defienden una derivación del topónimo "Spal", el más antiguo atribuido a Hispalis, Isbilya o Sevilla: Spal>>Hispalis>>Hispania>>España. Quizás sea la que defiende un origen más autóctono del nombre de España.



sábado, 4 de febrero de 2012

Los Argonath


Desde que vemos los Argonath, estamos en la frontera de lo que fuera en tiempos el Imperio de los Numenoreanos, Gondor, uno de los dos reinos Dúnedain en el exilio, fundado por  Isildur y Anárion, los hijos de Elendil, en el año 3320 de la Segunda Edad del Sol, tras la Caída de Númenor.

 Su reino hermano fue Arnor, en el norte, fundado por el propio Elendil.  

Los Argonath  son dos estatuas de piedra de tamaño colosal construidas y excavadas directamente en las márgenes del río Anduin.  Se les conoce como “Los pilares de los reyes”.

Las estatuas representan a los hermanos Isildur y Anárion, hijos de Elendil, los primeros Reyes de Gondor en la Tierra Media.  Del primero descienden los Reyes de Arnor. Del segundo descienden los Reyes de Gondor

Los Argonath son una especie de centinelas en las fronteras de este enorme Imperio. Sus manos extendidas hacia el norte, simbolizan el límite del Reino de Gondor y son una clara señal para los enemigos de no traspasar la frontera del reino. Tenían por objetivo no sólo rendir homenaje a los padres de Gondor, sino también marcar el límite septentrional del reino, que ningún extranjero podía cruzar sin permiso del Rey.
Los colosos fueron construidos por orden del rey Rómendacil II en el año 1250 de la Tercera Edad del Sol, (en la época en que los Reyes de Gondor sostenían guerras con los enemigos de la oscura fortaleza de Utumno, en el norte de la Tierra Media), frente a Nen Hithoel, para marcar el punto en que el «Gran Río» cruzaba el antiguo límite norte del reino.



En el año 1248 T. E., como respuesta a los ataques de los Hombres del Este, el regente Minalcar reunió una gran fuerza y, poniéndose al frente de las huestes, realizó una campaña entre Rhovanion y el Mar Interior. En esta campaña derrotó a un gran ejército de los hombres del Este, lo que le permitió destruir todos sus asentamientos al Este del Mar Interior. Con ello la frontera Este quedaba asegurada y se restauraba la hegemonía de Gondor en la zona. Tras esta gran victoria tomó el nombre de Rómendacil, como ya hiciera su antepasado Tarostar. Con este nombre accedería al trono de Gondor tras la muerte de su padre en 1304 T. E.
A pesar de su gran victoria, al regresar a Gondor, Rómendacil ordenó fortificar la orilla occidental del Anduin hasta la desembocadura del Limclaro, prohibiendo que ningún extranjero descendiera por el río más allá de Emyn Muil. Fue él quien hizo construir los Argonath, a la entrada de Nen Hithoel.



Nen Hithoel es un lago largo y ovalado, y se extendía delante de las puertas de Argonath, en el río Anduin. Estaba rodeado de colinas grises y abruptas, con sus cubiertas de árboles, pero las cimas eran desnudas, sin árboles. En el extremo sur había tres colinas, la del medio del lago se llamaba Tol Brandir o la Isla Alta, conocida en Gondor como Escarpa. La que estaba ubicada sobre a margen oriental del lago, se llamaba Amon Lhaw y la del margen occidental, Amon Hen, las colinas del oído y de la vista.
El agua del lago se precipita por las cataratas de Rauros unas veinte millas al sur. Está rodeado por las pedregosas colinas de Emyn Muil.

 
La primera vez que Peter Jackson tuvo conocimiento de El Señor de los Anillos ocurrió después de ver la película del mismo nombre de 1978, dirigida por Ralph Bakshi.

 
 En otoño de 1995, Jackson consideró dirigir una adaptación de El Señor de los Anillos.  A partir de los nuevos logros en el apartado de los efectos por computadora tras el éxito de Parque Jurásico, Jackson empezó a concebir una película de fantasía que fuese relativamente seria y se sintiera «real». Junto con su compañera Fran Walsh, inició un proyecto para adaptar El hobbit y El Señor de los Anillos al cine.

 
En “La Comunidad del Anillo”, la primera parte de la trilogía escrita por Tolkien, “los Argonath son un símbolo”, reconoce Peter Jackson.
El mismo Jackson junto con parte del equipo recorrieron el río Kawarau,  uno de los destinos más solicitados para hacer puenting y jet boating en Nueva Zelanda. Por sus aguas cristalinas navegaban los guardianes del anillo cuando aparecieron ante ellos, flanqueando el río, los famosos Argonath, las colosales estatuas de los reyes antepasados. 

 

En la película, los Argonath eran unas miniaturas de 3 metros del altura. Se filmó una panorámica desde un barco sobre el río y se insertaron las miniaturas.  Estas fueron talladas a mano en caucho de uretano, de forma detallada, hasta lograr la visión que Peter Jackson tenía de ambos colosos.
Cuando estuvieron terminadas, fueron escaneadas y los datos enviados a una empresa de Aukland, que modeló el uretano devolviendo réplicas exactas de las esculturas, sobre cuya superficie el equipo de diseño añadió los detalles.

A Peter Jackson le encantó el tamaño de los Argonath. Buscó en la filmación planos que favorecieran su grandiosidad, como el paso aéreo junto a la mano de una de las estatuas. Así como la existencia de un nido en uno de sus ojos. 

 
También se hizo una maqueta de los muros de la garganta, utilizando moldes de superficie de roca.  Se pretendía sugerir en las imágenes que la gente que levantó las estatuas solo pudo tallarlas hasta la cintura, porque no había suficiente roca natural. Construyeron una cantera a ambos lados de las figuras, y levantaron moles de roca, gigantescos sillares, hasta lo más alto de las paredes naturales. Sillares que tallaron dando forma a lo que ahora son los Argonath.

En la toma del pie, el río y la barca son digitales. La toma está compuesta por personajes digitales y una maqueta. Sobre la maqueta, un fotomontaje.

La escena en su conjunto está planteada y ejecutada tratando a los Argonath como lo que son, las puertas de Gondor: muestra de dónde viene la Compañía y adonde van, al tiempo que dan idea del tamaño colosal de los Reyes Antepasados. Al trasponer los Argonath se vislumbra el Tol Brandir, el promontorio de roca sobre los saltos del Rauros.



 
Este es el relato de la visión de los Argonath tal como encontramos en la obra de Tolkien.

Frodo miró hacia delante, y de pronto vio dos rocas que se acercaban desde lejos: parecían dos grandes pináculos o pilares de piedra.  Altas, verticales, amenazadoras, se erguían a ambos lados del Río. Una estrecha abertura apareció entre ellas, y el Río arrastró hasta allí las barcas.

-         ¡Mirad los Argonath, los Pilares de los Reyes! –gritó Aragorn-. Los cruzaremos pronto. ¡Mantened las barcas en fila, y tan apartadas como sea posible! ¡Siempre en medio de la corriente!

Frodo, arrastrado por las aguas, sintió que las dos torres se adelantaban a recibirlo.  Eran unas formas gigantescas, vastas figuras grises, mudas pero peligrosas.  En seguida vio que los pilares eran en verdad unas tallas enormes, que el arte y los antiguos poderes habían trabajado en ellos, y que a pesar de los soles y las lluvias de años olvidados todavía seguían siendo unas poderosas imágenes.  Sobre unos grandes pedestales apoyados en el fondo de las aguas se levantaban dos grandes reyes de piedra: los ojos velados bajo unas cejas hendidas aún miraban ceñudamente al norte. Los dos adelantaban la mano izquierda, mostrando la palma en un ademán de advertencia; en la mano derecha tenían un hacha, y sobre la cabeza llevaban un casco y una corona desmoronados. Aún daban impresión de poder y majestad, guardianes silenciosos de un reino desaparecido hacía tiempo.  Frodo se sintió invadido por un temor reverente, y se encogió cerrando los ojos, sin atreverse a mirar mientras la barca se acercaba. Hasta Boromir inclinó la cabeza cuando las embarcaciones pasaron en un torbellino, como hojitas frágiles y voladizas, a la sombra permanente de los centinelas de Númenor.  Así cruzaron la abertura oscura de las  Puertas.

Los terribles acantilados se alzaban ahora a cada lado a alturas inescrutables. El cielo pálido parecía estar muy lejos. Las aguas negras rugían y resonaban, y un viento chillaba sobre ellas.  Frodo, la cabeza entre las rodillas, oyó a Sam que gruñía y murmuraba adelante.
-         ¡Qué sitio! ¡Qué sitio horrible! ¡Que pueda yo salir de este bote y  nunca volveré a mojarme los pies en un charco, y menos en un río!
-         ¡No temas! –dijo una voz extraña detrás de él.

Frodo se volvió y vio a Trancos, y sin embargo no era Trancos, pues el curtido Montaraz ya no estaba allí. En la popa venía sentado Aragorn hijo de Arathorn, orgulloso y erguido, guiando la barca con hábiles golpes de pala: se había echado atrás la capucha, los cabellos negros le flotaban al viento, y tenía una luz en los ojos: un rey que vuelve del exilio.

-¡No temas! –repitió- Durante muchos años anhelé contemplar las imágenes de Isildur y Anarion, mis señores de otro tiempo. A la sombra de estos señores, Elessar, Piedra de Elfo, hijo de Arathorn de la casa de Valandil hijo de Isildur, heredero de Elendil, ¡no tiene nada que temer!