Me he venido hasta aquí (...) para hablar sólo un poco, muy poco, con algún transeunte y preguntarle una dirección. En esta ciudad, donde la respuesta es siempre la misma: "Destra, sinistra, sinistra, destra, destra, sinistra e altra volta sinistra".

Antonio Gala: Los papeles de agua.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Arturo Pérez Reverte, El Club Dumas


-         Tengo un regalo para ti – dijo la chica.

Caminaban por la orilla izquierda junto a los tenderetes de los buquinistas, entre grabados colgando de sus fundas de plástico y celofán, y los libros de segunda mano alineados sobre el potril del río.  Un bateau-mouche navegaba despacio corriente arriba, a punto de hundirse bajo el peso de unos cinco mil japoneses, calculó Corso, y otras tantas videocámaras Sony (…)

-         No me gustan los regalos – murmuró Corso, hosco. Una vez unos tipos aceptaron cierto caballo de madera.  Artesanía aquea, ponía la etiqueta. Los muy cretinos.
-         ¿No hubo disidentes?
-         Uno con sus niños. Pero salieron varios bichos del mar, haciendo con ellos un estupendo grupo escultórico.  Helenístico, creo recordar. Escuela de Rodas.  En aquel tiempo los dioses eran demasiado parciales.
-         Siempre lo fueron –la chica miraba el agua turbia del río como si arrastrase recuerdos. Corso la vio sonreír, reflexiva y ausente.  Jamás conocí un dios imparcial. Ni un diablo.  ¿Crees en el Diablo Corso?
-         Creo en la estupidez y en la ignorancia.  (…)
-         ¿Qué temes, Corso? (…)
-         Temo a los caballos de madera, a la ginebra barata y a las chicas guapas. Sobre todo cuando traen regalos. Y cuando usan el nombre de la mujer que derrotó a Sherlock Holmes. (…)
-         Espero que te guste. El diablo enamorado, de Jacques Cazote (…)
-         Residuos del arco iris… -citó Corso. ¿Qué sabes tú de eso? (…)
-         Sé lo que me contaron hace tiempo… El arco iris es el puente que va de la Tierra al Cielo. Se hará pedazos en el fin del mundo, después que el diablo lo cruce a caballo.
-         No está mal. ¿Te lo dijo tu abuela?

Negó con la cabeza. Ahora miraba de nuevo a Corso, absorta y grave.

-         Se lo oí contar a Bileto, un amigo (…)  Le gustan los caballos y el vino, y es el tipo más optimista que conozco… ¡Aún espera volver al Cielo!



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