Sanlúcar de Barrameda es la única ciudad, de las que forman parte del
Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla- Sanlúcar de Barrameda y Vinagre
de Jerez, en la que se produce la Manzanilla.
El término Manzanilla sólo se puede aplicar a un Vino de Calidad criado
en la localidad costera de Sanlúcar de Barrameda, y reconocido como
Denominación de Origen.
Aunque su Denominación de Origen data, oficialmente, de 8 de septiembre
de 1932, se tiene constancia de la producción de este vino en un Acta Capitular
del Cabildo de Cádiz de fecha 4 de julio de 1781, acta
en que ya recibe el nombre de “manzanilla”.
Situado en la desembocadura del Guadalquivir y frente a los humedales
de Doñana, el clima templado y la húmeda
brisa atlántica de Sanlúcar confieren a la manzanilla su característico aroma
salado. Los
factores que intervienen en la calidad de la Manzanilla son la
tierra donde se cultivan las cepas, el clima de esta comarca, (una zona
meridional cálida influenciada por la humedad del océano Atlántico y del río
Guadalquivir), y el viento de poniente, que aporta la humedad marítima esencial
en los meses secos del verano.
La Manzanilla
es un vino pálido, amarillo pajizo, de aromas punzantes y sabor algo amargo
(seco) y poco ácido. Su grado alcohólico oficial está situado entre 15º y 19º,
aunque también puede lograrse entre 12,5º y
13,5º.
Según la antigüedad de la crianza, los tipos de Manzanilla son: Fina (4 años), Olorosa (5 a 7 años), Vieja (7 a 8 años), y Pasada (más de 8
años).
Los consumidores están
pasando del fino, una variedad seca que se produce en Jerez, al más suave y
aromático manzanilla. Y es que al tratarse de un vino que tiene un sabor
diferente, un poco salado y algo amargo por el microclima que se produce en su
elaboración, provoca una atracción especial para el consumidor.
Los tiempos de crisis
económica parecen no haber afectado demasiado a la difusión de la manzanilla de
Sanlúcar, un vino singular agradable
para tomar cualquier aperitivo, y admirada por muchos de los grandes chefs de
la cocina moderna de todo el mundo.
Sus propiedades la hacen diferente a los demás
caldos y, por ello, restaurantes de reconocido prestigio mundial han incluido
ya en su menú degustación a la manzanilla en rama.
Historia
Se conocían de tiempo atrás los vinos de
la villa de Manzanilla
El primer documento histórico en el que aparece la alusión al vino
'manzanilla' como tal (Acta Capitular del Cabildo de Cádiz de fecha 4 de julio
de 1781) seguramente se refería a vinos de la ciudad de Manzanilla o del estilo de los que allí se
elaboraban. Eso sí, también, casi seguro,
habrían pasado por Sanlúcar. Como bien apunta
el historiador Antonio Pedro Barbadillo, fuere o no la manzanilla que hoy todos
conocemos, criada bajo velo de flor, ésta no se factura como tal hasta 1827 desde bodegas de la ciudad portuaria gaditana.
Hoy mismo existe una gran similitud entre la manzanilla de Sanlúcar y
el fino jerezano (misma uva, similar proceso de elaboración y crianza), aunque
sus sutiles diferencias se deban a la distinta influencia
del clima de ambas ciudades en la crianza; no es de extrañar que tanto
el fino, la manzanilla, o los vinos de la zona y pueblo de Manzanilla, fueran
todos considerados genéricamente como vinos de Jerez (Sherry) o Cádiz en el
pasado.
Los vinos de la localidad de Manzanilla, actualmente amparados bajo la DO Condado de Huelva,
no han podido preservar su identidad distintiva.
Barón de Davillier en su “Viaje por España” dice: “El gran negocio de
Sanlúcar de Barrameda es el comercio de vinos, principalmente de los de manzanilla, que debe su nombre a una pequeña ciudad de
Andalucía. La manzanilla es un vino
excelente, un poco más claro que el jerez y mucho menos espirituoso.”
La manzanilla era mucho más popular y más apreciada en la propia
España. Ya fuere por sus cualidades o mejores precios internos, lo cierto es
que se exportaba menos y se consumía más localmente.
La gran afluencia de nombres y casas extranjeras a las costas de Cádiz
y la propia Jerez a finales del XIX prácticamente dejaron fuera a Sanlúcar, que
debido a su menor capacidad exportadora, atrajo más familias del norte de
España, especialmente castellanos, montañeses y vascos. Con ellos creció el
mito de la Manzanilla de Sanlúcar como producto distintivo de la ciudad y
se incorporó el sistema jerezano de soleras y criaderas para su envejecimiento.
La enorme y merecida fama internacional que cosechó la manzanilla en certámenes
internacionales en los primeros años del siglo XX, culminaron en que pronto se
reconociera su singularidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario