Amy Winehouse, nació el 14 de septiembre de 1983, en el seno de una familia judía y con tradición musical en el jazz. Se crió en los suburbios de Southgate (norte de Londres) junto a su padre Mitchell (un conductor de taxi), quien constantemente cantaba éxitos de Frank Sinatra para la joven Amy.
Su estilo mezcla diversos géneros musicales, incluidos entre ellos el soul, jazz, R&B y rock & roll. A sus veinticuatro años, ésta joven británica es una de las estrellas más rutilantes de la música actual. Amy comenzó su carrera profesional a los dieciséis años, actuando en pequeños bares de Londres, por la zona del mercado de Camden Town. Su amigo, el cantante Tyler James, entregó un demo suyo a un productor y, así, firmó su primer contrato con la discográfica Island/Universal.
Su álbum debut, Frank, salió a la venta el 20 de octubre de 2003. El disco contenía influencias de jazz y, a excepción de dos covers, todas las canciones estaban escritas por Winehouse. El álbum fue bien recibido por los críticos, quienes compararon su voz con las de Sarah Vaughan y Macy Gray.
En 2006, Amy sacó su segundo álbum, Back to black. Por este disco la cantante consiguió seis nominaciones a los Premios Grammy, de las cuales ganó cinco, entre ellas, Canción del año, Grabación del año y Mejor artista novel.
Back to Black tuvo un éxito rotundo, y una crítica favorable que ganó numerosas comparaciones con la «era Motown de R&B». La revista Rolling Stone dijo que en este álbum, Amy Winehouse desprendía la fuerza de los intérpretes de indie y de hip hop. La revista anglosajona People afirmó que «Back to Black es un disco que es mejor cada vez que lo escuchamos». The New Statesmen remarcó que este segundo trabajo era mejor que el primero, refiriéndose a él como «un impresionante trabajo de soul».
“Back to Black” es una puesta al día del sonido Motown. (Motown Records, también conocida como Tamla-Motown. es una discográfica estadounidense especialmente dedicada a la música negra que consiguió en la década de los sesenta su propio sonido, «Motown Sound», que la haría única). En él, Amy demuestra que pese a lo evidente de sus influencias, no se trataba de una artista revival, sino que poseía voz y personalidad propias. Una extraordinaria voz, composiciones propias rebosantes de clase, y una producción que nos retrotrae a los años 60.
Su música ha supuesto una renovación del género. El álbum tiene, en temas como “Rehab” o “Addicted”, un innegable toque moderno. Eso la aleja de convertirse en una artista retro. Amy reivindica en cada entrevista a artistas como Sarah Vaughan o Minnie Ripperton, se declara fan de Liza Minelli e incluye arrebatadoras versiones de grandes intérpretes en sus shows.
“Back to Black” evoca la era de los girl groups de los 60s, de los que Amy es gran fan.
“Adoro a las Shangri-Las, y no creo que su música fuese tan inocente como la gente cree. Ellas tienen un tema para cada etapa de una relación con un hombre. Una para cuando sólo le miras, y todavía no te atreves a hablar con él. Otra cuando empezáis a salir, otra para cuando te enamoras, y una última para cuando te rompe el corazón y quieres darle su merecido”.
Podemos encontrar esos ecos en “Me And Mr. Jones”. En “Tears dry on their own”, el single más comercial del álbum, roba el fondo de la celebérrima “Ain’t no mountain high enough”, compuesta por Ashford & Simpson y popularizada por Marvin Gaye y Tammi Terrell, para convertirlo en un irresistible canto a la supervivencia emocional.
“Cómo artista, estoy obligada a demostrar tres cosas: que no soy un fraude en directo, que sé escribir canciones, y que soy capaz de hacer buenas versiones de canciones ajenas”, declaraba Amy a la prensa británica. Y así lo demostró en julio de 2008 en su actuación en el Rock in Río Madrid, donde con su voz y el jugueteo con su vestido amarillo llenó por completo el escenario de Arganda del Rey. Amy Winehouse logró que más 100 mil personas callaran para escuchar su voz.
Su sola presencia llenó un foro repleto de gente que coreaba su nombre. Un público de lo más variado: adolescentes vestidas y maquilladas a la manera de Amy y viejos nostálgicos de los grandes mitos que hicieron del suicidio, los excesos con drogas y las “experiencias vitales” un leitmotiv. Esos que cuando escuchan el nombre de Amy recuerdan irremediablemente a Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Brian Jones.
Amy cantó con su singular estilo, ese que le había convertido en leyenda viva del rock del siglo XXI, esa leyenda siempre buscando en el alcohol y las drogas una respuesta a sus múltiples ansiedades y preguntas. Esta Janis Joplin de este siglo nos regaló imágenes imborrables. Una gran copa de algo semejante al vino, unos pasos tímidos, traviesos, pícaros e inestables, por culpa esta vez del calzado de tacones kilométricos y no de sus excesos, y la mirada perdida entre el infinito y ninguna parte… esa mirada que formaba parte de su compleja e impenetrable personalidad.
Amy Winehouse, la artista que transformó el devenir del soul, la que logró conciliar esta música ancestral con el gran público, esta cantante y compositora de origen judío, abrió su garganta e interpretó algunos de sus éxitos con estilo impecable, voz y personalidad propias, junto a su timbre de mezzosoprano y cantante de gospel, trasfondo Gospel que siempre ha caracterizado al R&B. Una voz llena de groove (“sensación", rítmicamente expansiva, o el sentido de "swing" creado por la interacción de la música interpretada por la sección rítmica de una banda (batería, bajo eléctrico o contrabajo, guitarra y teclados)), potencia y pelotas, que es en general lo que busca cualquiera que se haya criado escuchando los discos de Etta James, Aretha Franklin o Mavis Staples.
Fue entonces cuando los asistentes escucharon en directo las mejores canciones de sus discos Back to black y Frank.
Winehouse recibió atención de los medios por causas ajenas a su voz. Sus constantes problemas legales, su adicción a las drogas y al alcohol y sus complicaciones médicas derivadas de su comportamiento autodestructivo fueron fuente de titulares desde 2007.
Fue encontrada muerta en su apartamento el 23 de julio de 2011 a los 27 años de edad, tras sufrir un shock por un consumo excesivo de alcohol tras un periodo de abstinencia.
Ahora que Amy Winehouse ha fallecido, siempre nos quedará en el recuerdo ese concierto que, con un cortísimo vestido amarillo y su portentosa voz y desgarro, llegando y marchándose a la carrera, ofreció en el escenario de Músicas del Mundo del rock in Río de Arganda del Rey.
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