jueves, 26 de enero de 2012

Masada

(…) Si había una cosa que lamentara durante todos aquellos años de campañas, había sido perderse las carreras (…)  En cuanto al controvertido Sula, era siempre el favorito de los que se veían tentados por las pequeñas posibilidades.  Conducía en cada carrera más contra el tiempo que contra otros hombres. Aunque cabalgase en cabeza, seguía fustigando a sus caballos en una salvaje velocidad, durante todo el recorrido, hasta que concluía la carrera.  Otros aurigas (…) se refrenaban y esperaban a que Sula se matase en la séptima vuelta final, lo cual un día consiguió realizar.

(…) Ahora tenía aquí a un judío, y criminal condenado además, que sufría su misma estimuladora afición. (…) ¿Cómo, repreguntó a sí mismo Silva, puedo ejecutar a un hombre que también creía en Sula?



                                      Masada,  Ernest K. Gann





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