Me he venido hasta aquí (...) para hablar sólo un poco, muy poco, con algún transeunte y preguntarle una dirección. En esta ciudad, donde la respuesta es siempre la misma: "Destra, sinistra, sinistra, destra, destra, sinistra e altra volta sinistra".

Antonio Gala: Los papeles de agua.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Praga: tras los pasos de Tolkien.

Aragorn
Sauron

Nazgul

Osgiliath

Sauron, los Nueve y los Siete

Gil Galad, Isildur y Anarion

Isengard


Gandalf y Pippin
Faramir

Eomer de Rohan

Elendil

Elendil

martes, 27 de marzo de 2012

Y el Dixie tomó Praga: la banda del puente.


 El jazz es una música inventada por negros. Surge de la unión de tradiciones estadounidenses, africanas y europeas. A lo largo de su ya centenaria andadura, la controversia entre blancos y negros siempre ha estado revoloteando a su alrededor en una pugna histórica en la que negros y blancos pugnaban por la capacidad de generar swing y de paso, disputarse la hegemonía y también, por que no, la paternidad de aquel sonido.




 
Los músicos negros vieron limitados a principios del siglo XX su campo de actuación a burdeles y locales exclusivamente para negros; incluso bien entrados los años treinta, los productores solo dejaban a los negros el camino de grabar en los llamados "Race records", una especie de sellos discográficos exclusivamente para negros.
 En este contexto se fundó La Original Dixieland Jazz Band (ODJB) , formada por Larry Shields ( clarinete ), Nick La Rocca ( trompeta ), Eddie Edwards ( trombón ), Henry Ragas ( piano ) y Tony Sbarbaro ( batería ), que en Enero de 1917 denominó por primera vez un estilo musical como Jazz. Este combo blanco, ayudado por la industria discográfica de entonces, tuvo el privilegio y el honor de haber realizado las primeras grabaciones en estudio de la historia del jazz, imitando en 1917 la música negra de Nueva Orleáns.


 
 Fue en Chicago donde aquellos sonidos negros fueron imitados con mayor naturalidad y sapiencia por los blancos. Los discos de la OJDB y los de la New Orleáns Rhythm Kings eran devorados por los ciudadanos de la "ciudad del viento" y aquel movimiento tomo cuerpo y nombre. 
Allí nació el estilo llamado dixieland. Surgido como contraposición al jazz de los negros, limitado en principio a la simple imitación de aquellos sonidos del sur, el dixieland empezó a tomar cuerpo alrededor de un par de músicos fanáticos de los sonidos de New Orleáns y de la trompeta de Bix Beiderbecke: Eddie Condon y Bud Freeman.

 
 Sus solistas fueron celebres personajes  y algunos como Jack Teagarden, miembro durante mucho tiempo de los famosos "All Stars" de Louis Armstrong, se convirtieron en verdaderos ídolos.
 



El dixieland, lo tocaban músicos blancos, que imitaban el estilo "Nueva Orleans" que tocaban preferentemente músicos negros. Por eso, mucha gente cree, erróneamente, que el "dixieland" y el "New Orleans" es lo mismo.
En el Dixie tres instrumentos destacan sobre los demás: la trompeta, el clarinete y el trombón. El ritmo y la base armónica corren a cargo del contrabajo, la batería, el bajo, el banjo y el piano, aunque muchas veces toman un papel protagonista (interpretado solos improvisados).


 Generalmente este tipo de música se toca en la calle, incluso se utilizaba para desfilar. Los instrumentos más pesados e imposibles de trasladar al aire libre, como el piano, el contrabajo, o la batería, se sustituyen por la tuba y otros instrumentos de percusión, como la caja y los platillos.



Y el dixie en su deambular llegó a las calles de Praga. Cualquier rincón es bueno para escuchar el swing vertiginoso de verdaderos virtuosos de la trompeta, el clarinete, el banjo e incluso… la tabla de lavar.   Cuando los soviéticos abandonaron las calles de la capital de Chequia,  el Dixie tomó su lugar.


 
Cuando el tiempo es bueno y se da un paseo en el Puente de Carlos, nos encontraremos con muchos pintores y otros artistas. Entre todos ellos, seis músicos de jazz se destacan, merced a la voz inconfundible de su director de orquesta, Jan Novák Křtitel, el cantante, autor de letras de canciones y fundador de la banda. Banda que nació poco después de la Revolución de Terciopelo de 1989 con la intención de tocar  en el Puente de Carlos.


 
 
Cada año que pasa, sin embargo, la banda ha sido invitada a tocar en diferentes eventos y lugares, y hoy en día se puede escuchar la banda del puente en las bodas, celebraciones de empresa, veladas, en restaurantes con estilo en Praga, en donde sea. La banda también ha estado llevando a cabo actuaciones en los festivales de música y también en clubes y bares, no sólo en otras ciudades checas, sino también en el extranjero, principalmente en los países de habla alemana, en Noruega , o en Bélgica. Cuando el tiempo es bueno, se puede escuchar a la banda en el Puente,  el Puente de Carlos.

lunes, 26 de marzo de 2012

A favor de Steven Spielberg.



1.- El diablo sobre ruedas O “de cómo McCloud Denis Weaber no debió cruzar el Missisipi”. Para una vez que se baja del caballo… Una gran ópera prima que sigue viéndose con agrado.

2.- Cualquiera de las películas en que actúa Richard Dreyfus.

3.- Esto incluye “Encuentros en la Tercera Fase”.  No ha envejecido tan mal. Desde luego muchísimo mejor que la pseudociencia de von Daniken y sus Recuerdos del Futuro y Viaje a las estrellas.
Ver reaparecer al “Vuelo 19” y los cinco golpes musicales son dos grandes momentos. El segundo está, desde luego, en la historia del cine.

4.- La música más tópica de Tiburón (tantantantantan…). Y la escena de la persecución al bicho arrastrando los bidones. Gloriosa.

5.- La llegada en helicóptero a la isla de Parque Jurásico. Al igual que en Tiburón, dale a Spi un vehículo y espacios abiertos y monta una virguería.

6.- La comida enlatada para dinos en los coches eléctricos,  atravesando las puertas de Parque Jurásico.  El que no piense en ese momento en la empalizada de King Kong que levante la mano.

7.- John Belusi como aviador chalado en 1941. O “de lo que es capaz el Hermano Pluto si pones en sus manos un caza de la Segunda Guerra Mundial”. Lo único salvable de ese bodrio.

8.- El Imperio del Sol. Cuando los japoneses dejan de ser anónimos salvajes te emocionan y les coges cariño. Un alegato antimilitarista, que muestra el absurdo de cualquier guerra. Y sin lugar a dudas, el P 51 Mustang  es el Cadillac del aire.

9.- Puedo ser un friki degenerado, pero me reí mucho con La ruta hacia Eldorado. También Dreamworks tiene algo salvable. (creo que sólo eso).

10.-  Indiana Jones.

11.- Poner pelas para rodar Quién engañó a Roger Rabbit.  Gracias, gracias, gracias… Yo no soy malo, es que me han dibujado así.

12.- Poner pelas para rodar Poltergeist, Regreso al Futuro, Los Goonies, Gremlins… los Picapiedra, Twister…
Aunque con algunas pasa como con 1941: padre me acuso de haberlas visto, incluso me gustan… (1941 no).

13.- La cogorza cervecera de E.T, no mejorada hasta el dúo etílico  de Azul y Rojo (no confundir con Azul y Negro) en la segunda de Hellboy.

14.- El desembarco de Normandía en Salvad al soldado Ryan. De lo mejorcito que se ha filmado en cine bélico (le debe mucho a Senderos de Gloria).
 Y la escena final, (muy sensiblera y a la búsqueda descarada de la lágrima fácil, eso sí) . El que yo haya seguido vivo en lugar de los que murieron por ir en mi busca, ¿mereció la pena?.

15.- Y última por ahora. El mal rato que le hace pasar Tim Robbins al Cruise en la Guerra de los Mundos. Un actor es un actor en donde sea . Y Tim Robbins es grande.

(A Drew Barrymore la dejamos al margen, de momento)



van Gogh: cielo sobre Madrid.




domingo, 25 de marzo de 2012

Escuchando a Tom Harrell.

Corrían los primeros años de la década de los 80. La casualidad y una serie de afortunadas circunstancias me habían conducido aquella noche hacia una perfecta tetralogía formada por chica, juventud, música y alcohol.

Y allí estábamos, entre un puñado de fanáticos del jazz, escuchando a unos poco afortunados instrumentistas locales entre los que destacaba un saxo tenor desaforado, esperando la salida a escena de Phil Woods.

Saxofonista blanco del que solo sabía entonces que era discípulo predilecto de Charlie Parker, aterrizaba en Valladolid en plena zona de bares y tugurios a los que los universitarios recurrían para hacer más llevadera la carrera.
 Presentaba un quinteto de reciente creación, abandonando su habitual European Rhythm Machine, (eso lo descubrí después), y era una ocasión de degustar en directo un bocado al que contaba con llegar tan solo mediante grabaciones.


A Phil Woods no le vimos mucho. Paseó por el escenario bajo su inconfundible visera, fraseó de vez en cuando, y descargó casi toda la responsabilidad del concierto en su trompetista: Tom Harrell.

Fue un espectáculo sonoro y visual. Y no precisamente por su dinamismo.  Tom Harrell no es Hampton, saltando y sudando tras un vibráfono. Ni Armstrong, bromista impenitente, socarrón.  Mientras el resto del quinteto se comportaba como se espera de un jazzman,… (activos, atentos, siguiendo el ritmo, marcando el compás con todas las partes de su cuerpo, destilando Swing por cada poro y en cada nota), Tom Harrell convertía el quinteto en un marcado cuatro mas uno. Abstraído, cabizbajo, ascético, más gárgola que humano. Viva imagen de un monje aferrado a una trompeta.

Mientras oídos, pies y corazón seguían la vertiginosa evolución de las notas, los ojos, mis ojos por lo menos, no perdían de vista aquél trompetista inmóvil, descubriendo que sólo salía de su ensimismamiento para acercar la boquilla a los labios y lanzar hacia nosotros (o hacia ninguna parte, pues no creo que fuera consciente de nada que no fuera sonido y ritmo), improvisación tras improvisación, el jazz más alucinante que soy consciente de haber escuchado en toda mi vida.

Fue algo mágico, irrepetible, inolvidable.  Puede que Phil Woods intuyera que esa era la noche de Tom Harrell y discretamente se pusiera en segundo plano, aprovechando un bolo tras el festival de Donosti para descansar cubriendo el expediente. 
O puede sencillamente que Tom Harrell se merendara a Phil Woods.

La tetralogía salto en pedazos: adios alcohol, adios juventud (reemplazada por un estado de intemporalidad inquietante), y todo quedó reducido a música y chica, esta mirando alternativamente al escenario y al idiota en trance que tenía al lado.
De allí salí buscando el nombre que un programa improvisado no incluía, y unas grabaciones que ampliaran mi colección de LPs.

El nombre lo encontré. Y con él la solución al misterio.

 “Nacido en Urbana, Illinois
La biografía está al alcance de cualquier internauta, no tiene complicaciones. Pero existe una página que retrata perfectamente a Tom: “Tocando desde otro lugar. Tom Harrell, su trompeta y la pasión”.

Biográficamente, Harrell sufre una enfermedad desde la infancia, supera una enfermedad , o está siendo tratado con fármacos.  El resto son elogios o descripción de estilo. ¿Qué no recogen las biografías o qué dejan de lado?. Precisamente el motivo que le hace diferente, la explicación de su comportamiento sobre un escenario.
Citando  “ Tocando desde…”:   “(…) ¿qué pasa con  Tom Harrel que le hace distinto a todos?  Esquizofrenia paranoide desde los 11 años. (…)


Tras haber superado recaídas, problemas personales y matrimoniales, y algún que otro intento de suicidio, el mismo Harrell habla así de su enfermedad:
“Una cosa que ha pasado con la enfermedad mental es que me ha ayudado a adentrarme más en mí mismo. En cierto modo me aísla socialmente. No tengo tantas opciones sociales como tienen otras personas”. 


Parafraseando “Tocando desde...”  “Tom Harrell (…) habita una realidad complicada, y su mundo sonoro tiene la delicada tarea de equilibrar el mental”.

El mundo a través de los sentidos de Harrell es muy diferente al que percibimos el común de los mortales.
Harrell convierte en música todo lo que para nosotros son sonidos cotidianos, dicho de otra manera, contempla el mundo de una forma peculiar, convirtiendo en una sucesión de melodías ritmos tonos y acordes lo que para nosotros son ruidos.  Y piensa que la mejor manera de escuchar la música es con los ojos cerrados.
Todo se refleja en escena. Todo compone el personaje que vemos antes que escuchamos cuando acudimos a una jam session. Y es que, además de su timidez, Tom Harrell tiene miedo a ser mal interpretado por el público. A pesar de que Harrell ¡adora! a su público.


El caso es que, casualidad, con el tiempo cayó en mis manos una novela, “La velocidad de la luz”, de Javier Cercas, ambientada en Urbana.  Su protagonista, un excombatiente de Vietnam de vida torturada, cordura inestable e incapacidad social. 

Urbana.

El mismo pueblo al que iban a tocar Jack Lemmon y Tony Curtis en Con faldas y a lo loco.

Música, literatura, cine y Urbana. No me va a quedar más remedio que darme un garbeo por allí algún día.

Mientras tanto, sigo forjando la larga cadena de casualidades que da forma a  mi vida. Y cuando ya no pueda añadir más eslabones, es muy posible que recuerde que una noche en una plaza de Valladolid tuve el privilegio de escuchar a Tom Harrell.

Y moriré feliz.



martes, 20 de marzo de 2012

Cadaqués: de la lente al papel.




Original de Rubén M.E.



Salvador Dalí, que vivió en Cadaqués, había declarado en numerosas ocasiones que era el pueblo más bonito del mundo”.
Dalí, Picasso, y muchos más artistas que quedaron fascinados por el encanto que desprende Cadaqués.

Cadaqués, un pueblo precioso e idóneo para pintarlo, donde todas las casas son blancas y la luz  es distinta, una luz que hace todo visible.

Hay imágenes que sugieren. Otras no. Al sacar una fotografía  lo fundamental es atrapar la luz. Nada evoca más.
La fotografía es el impulso que capta el instante y su eternidad. La fotografía no es algo verdadero. Es una ilusión de la realidad.
La fotografía no puede cambiar la realidad pero si puede mostrarla”.

El dibujo, por su grafología, elabora lo que nuestra conciencia ha captado en ese instante. La foto es una acción inmediata, el dibujo, una meditación.”
La pintura tiene una vida propia. Sueño mis pinturas y luego pinto un sueño. (Vincent Van Gogh)
Una pintura es una fotografía hecha a mano.   (Salvador Dalí)
Me gusta una pintura que me hace querer pasear en ella.  (Auguste Renoir)
El arte es el sentimiento más puro y sincero volcado en un papel.